Aquella vez que me convertí en Slime Nº 01

Clayman ha visto cómo desbarataban sus planes uno por uno, y Shion lo ha destrozado en combate. Rimur tomó la delantera, y cuando parecía que su victoria era inevitable, Clayman abandona su orgullo como rey de los demonios y muestra la auténtica cara del payaso loco.

Los guerreros del ejército de Tempest, liderados por Benimaru, libran sus respectivas batallas junto a la Tríada de Yuurazania, el país de las bestias, mientras que Rimur, por su parte, se enfrenta finalmente a Clayman en el Walpurgis. ¿Será capaz de derrotarle y revelar sus numerosas estratagemas a los demás reyes de los demonios?

Tras la propuesta de Clayman y bajo el pretexto de que Rimur se ha autoproclamado rey de los demonios, se ha organizado un Walpurgis. Clayman muestra claros signos de hostilidad hacia él, pero sigue siendo difícil saber lo que planean Milim y la Iglesia del Oeste. ¿Cómo actuará Rimur ante tantas incógnitas...?

Los amigos y aliados de Rimuru siguen desconcertados por su ascenso, pero algo los preocupa aún más: el regreso de Veldora, el temido Dragón Tormenta. Al mismo tiempo, la lentitud y la cautela de los súbditos de Rimuru hacen presagiar futuras luchas mayores que están por venir y alteran el estado de poder que se ha creado.

La voz del mundo resuena y la evolución de Rimur a rey de los demonios ha comenzado. En las profundidades de su alma, más allá del lugar donde mora su conciencia, el Gran sabio actúa en silencio, como si quisiese cumplir sus propios deseos... ¿Conseguirá mantener la razón tras convertirse en rey de los demonios? ¿Resucitarán Shion y los demás...?

RIMUR EVOLUCIONA DE NUEVO, PERO… ¿HASTA QUÉ PUNTO TODO VALE PARA RESUCITAR A UN AMIGO?

Para que Shion y los demás puedan revivir, Rimur necesita sacrificar una gran cantidad de almas humanas y evolucionar a rey de los demonios. Ahora, para tomar el control de la situación que su ingenuidad había propiciado, ha decidido adentrarse en territorio enemigo, donde le esperan 20.000 efectivos de las tropas aliadas de Farmus. La larga y a la vez breve pesadilla de los soldados de Farmus está a punto de empezar...

Mientras Rimur estuvo ausente, Tempest fue cubierta con dos barreras: una anulaba la magia e incomunicaba a la ciudad con el exterior; y la otra debilitaba a los monstruos. Por culpa de esta situación, Rimur se retrasó, y para cuando llegó a Tempest, ya había muerto muchísima gente. ¿Qué hará Rimur cuando vea la tragedia con sus propios ojos...?

Tras salvar a los niños que tanto preocupaban a Shizu, Rimur se dispone a dejar atrás el reino de Ingracia. Mientras tanto, los Países del Oeste no ven con buenos ojos cómo crece la influencia de Tempest, el reino de los monstruos, y aprovechan su ausencia para atacarlos por separado.