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"Es hora de volver a casa."
Dentro de Mari no queda ni rastro de mí. Yori se encara con la madre de Mari para esclarecer el misterio de “Fumiko”. Y, por su parte, Komori decide cambiar su vida para que Mari lo vea con nuevos ojos.
De Shūzō Oshimi
Yori y yo éramos inseparables. Pero cuando mi madre se marcha de casa, mi identidad se sume en una crisis profunda... Por fin descubrimos lo que tienen en común Komori, un universitario solitario, y Mari, la chica más popular de su instituto.
Tomo final de la obra más extravagante y a la vez intimista de Shuzo Oshimi, autor de Rastros de sangre, Cibercafé a la deriva, Happiness y Welcome Back, Alice.
Colección: Dentro de Mari
Categoría: Seinen
Título Original: Boku wa Mari no naka
Formato: Rústico
Idioma: Castellano
Páginas: 194 páginas B/N
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"Es hora de volver a casa."
Dentro de Mari no queda ni rastro de mí. Yori se encara con la madre de Mari para esclarecer el misterio de “Fumiko”. Y, por su parte, Komori decide cambiar su vida para que Mari lo vea con nuevos ojos.
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“Fumiko. ¿Has visto qué alto estamos?”.
El recuerdo de haber subido a una noria con una mujer mayor desconocida. ¿Pero de quién es ese recuerdo? Solo hay una manera de averiguarlo: volver al lugar y recrear la escena. En compañía de Yori, claro...
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Yo, que me he enamorado como un tonto y pierdo cada vez más los papeles. Yori, que decide tratarme como si de verdad fuera Mari y no me deja ni a sol ni a sombra.
“¡Yo no soy Mari!”, le digo.
Cuando me parece que ya no puedo más, recupero un recuerdo de su pasado... El pasado de Mari.
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La decisión está tomada: he partido peras con Momoka y compañía y he decidido quedarme con Yori. Aun así, como nunca sé cuándo me estoy tomando demasiadas confianzas con la gente, acabo metiendo la pata con ella y sin querer le hago daño. ¿Y a quién recurro yo cuando eso ocurre? No tengo mucho donde elegir, en realidad. Solo a mi antiguo yo: Komori. Pero lo que pasa entonces es aún más cuestionable...
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Las amigas me han echado del grupo, uno de los chicos me presiona para que nos enrollemos... Psicológicamente, me siento en un callejón sin salida. Solo me falta ver que los padres de Mari no hacen ni el menor esfuerzo para comprender y apoyar a su hija: es la gota que colma el vaso. Soy incapaz de seguir callando. ¿Qué será, al final, de Mari y de mí...?
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