Overlord Nº 04

Tras la fallida expedición de la Gran Tumba de Nazarick, Jircniv Rune Farload El Nix, emperador de Baharuth, recibe una visita inesperada. Los emisarios de Ainz Ooal Gown le transmiten al soberano un ultimátum. El emperador y su séquito habrán de desplazarse a la propia Nazarick y entrevistarse con lord Ainz. Una propuesta surgida durante el encuentro podría alterar el panorama político y diplomático mundial y provocar un gran conflicto bélico.

Los trabajadores del Imperio se han infiltrado en las misteriosas ruinas con la esperanza de encontrar grandes tesoros. Los pobres inconscientes ignoran que han caído en una trampa mortífera llena de enemigos terribles. Es el castigo que Lord Ainz les ha impuesto por haber osado adentrarse en la Gran Tumba de Nazarick. Hordas de esqueletos, criaturas diabólicas, bestias mágicas y guardianes terroríficos les darán la bienvenida. ¿Logrará alguno de los trabajadores salir con vida?

Ainz ha alcanzado un acuerdo con la Serpiente Demoníaca del Oeste, pero los problemas no se han acabado para Carne y sus habitantes. Enri sentirá el peso de la responsabilidad cuando el jefe de la aldea le haga cierta propuesta. ¿Conseguirá la muchacha proteger a sus seres queridos y traer la estabilidad a Carne? Mientras tanto, en Arwinthal, capital del Imperio de Baharuth, varios equipos de trabajadores aceptan un encargo del conde Vemeer para investigar unas ruinas misteriosas que han aparecido en el territorio del Reino.

Algo raro sucede en el corazón del Gran Bosque de Tob, no muy lejos de Carne. Escoltados por los goblins, Enri y Nfirea se adentran en la espesura para recoger plantas medicinales, la principal fuente de ingresos de la aldea. Allí se encontrarán a un niño goblin malherido que huye de una criatura monstruosa. La aparición de un terrífico ser ha roto el equilibrio de poderes y, como consecuencia, el Gigante del Este y la Serpiente del Oeste han decidido aunar fuerzas. Mientras tanto, con la ayuda de Lupusregina y otros de sus sirvientes, Ainz Ooal Gown conspira para poner a su servicio al joven herborista.

El arco de la novela original conocido como Los hombres del Reino llega en este tomo a su desenlace. El ejército del Reino, liderado por Momon, se enfrenta a las tropas de demonios de Jaldabaoth. El propio monarca Ramposa III se acercará al campo de batalla para animar a los soldados. Pero una parte de los ciudadanos que supuestamente estaban en los almacenes de la capital han sido secuestrados. ¿Adónde se los han llevado los demonios? Terminada la batalla, lord Ainz pedirá a Demiurge y Albedo que les expliquen a los demás los planes de futuro de Nazarick.

En el reino ha aparecido una misteriosa domadora de insectos capaz de manipular toda clase de bichos y usarlos como si de armas mortíferas se trataran. Durante su combate contra las Rosas Azules, se le unirá un demonio enmascarado con un poder descomunal: Jaldabaoth. Solo hay alguien que parezca estar a su nivel: el Héroe Negro Momon. Unos instantes después, un muro de fuego espectral envuelve una parte del reino de Re-Estize. La princesa Renner reunirá en su palacio a lo más granado de los aventureros y soldados para intentar poner una solución a las llamas de Gehena.

Lord Ainz ha convocado a Sebas en la mansión del Reino para interrogarlo. El mayordomo de Nazarick tendrá que rendir cuentas ante el Ser Supremo por no haberlo avisado de que ha ayudado a la humana Tuare. Se le ofrece entonces un dilema: seguir la voz de su conciencia u obedecer a su amo como un perro. Mientras, la Princesa Dorada apura todos los preparativos para atacar las bases del Octodáctilo. Un ambicioso plan para el cual necesitará la ayuda de diversos agentes, entre los que están el misterioso marqués Raeven y las aguerridas Rosas Azules.

Varios individuos acechan a Sebas mientras este recorre las calles de la capital de Re-Estize buscando el lupanar en el que explotaban a Tuare. Atraídos por las habilidades del mayordomo de Nazarick, Brain Unglaus y Climb, fiel servidor de la princesa Renner, se cruzan en su camino y deciden colaborar en su misión. El joven soldado pretende hacerse más fuerte, socorrer a los ciudadanos en apuros y terminar con los que se han atrevido a infringir la ley antiesclavista decretada por su señora. Pero Succulent y otros esbirros del Octodáctilo los estarán esperando.